Bienestar laboral a través de la gestión emocional

Inteligencia emocional,

“Capacidad para reconocer sentimientos propios y ajenos, y la habilidad para manejarlos”

Esta archiconocida definición de inteligencia emocional expuesta por Daniel Goleman obliga al lector a plantearse qué engloban sus palabras y, lo que es más importante, cómo podemos aplicarla en nuestro entorno laboral.

Por un lado encierra la habilidad de conocerse a uno mismo, de comprender nuestra propia vida emocional, identificando nuestros sentimientos y emociones, asumiéndolos con la destreza necesaria para resolver los problemas cotidianos vinculados a ellos.

Cuando nos preguntan si poseemos esta capacidad, la mayoría de nosotros respondemos afirmativamente. Prácticamente todas las personas consideran conocerse bien y comprender las emociones de los demás. No obstante, la realidad es que en muchas ocasiones confundimos los sentimientos con las emociones, o no sabemos definir cómo nos sentimos, verbalizando incluso que no encontramos la palabra que identifique la emoción que experimentamos. Esto es indicativo de que aún nos queda camino por recorrer en la “alfabetización emocional”.

Empieza este camino preguntándote: ¿Cuánto tiempo al día sientes la emoción que deseas? ¿Piensas incluso en ello? Lánzate e identifica que emociones sientes en un día y si éstas son las que deseas.

Tras conocerse uno mismo, debemos mirar al exterior y cultivar la habilidad de construir relaciones positivas con las personas de nuestro alrededor, incluyendo aquellas que se encuentran en nuestros puestos de trabajo, nuestros compañeros con los que pasamos muchas horas al día.

En esta ocasión plantéate: ¿La mayoría de relaciones interpersonales de mi trabajo son positivas? Te animo que las enumeres y reflexiones sobre cada una de ellas.

Y ¿qué más puedes hacer en tu día a día laboral?

En la mejora del bienestar emocional, es importante recordar que:

  • Las emociones no son buenas ni malas, sino que son señales de información que nos ayudan a saber cómo nos sentimos y cómo actuar. Por ejemplo, la tristeza indica la pérdida de algo o alguien valioso para ti. Por lo tanto, podría indicar la necesidad de amor.
  • Intenta identificar la emoción subyacente a tu conducta. Pregúntate qué sientes. Tus emociones deben estar ligadas a tus conductas. Debes saber qué sientes para saber cómo influyen en tu comportamiento. No reprimas las emociones.
  • Amplia tu vocabulario emocional. Si bien es cierto que existen emociones básicas, 4 o 6 dependiendo del autor (tristeza, alegría, miedo, enfado, sorpresa, angustia). No te contentes en pensar “estoy triste”, piensa si es posible que estés melancólico, taciturno o decepcionado, por ejemplo.
  • En ocasiones la emoción aparente no es la original. Reflexiona sobre el origen de la emoción. Por ejemplo, puedes sentirse traicionado porque tu compañero no ha confiado en ti para el desarrollo de un nuevo proyecto. En esta ocasión, la emoción aparente es de enfado. Sin embargo, podría ser de tristeza, porque percibes que él no considera vuestra amistad tan valiosa como lo es para ti.
  • Observa tu lenguaje corporal y el de los demás. Éste puede ayudarte a identificar tus emociones y lo que sienten los que te rodean. Por ejemplo, ¿te has planteado en qué situaciones te cruzas de brazos y qué sientes en ese momento? Ahora que lo has hecho, cuando cruces los brazos, ¿crees que serás más consiente de tu emoción y, por lo tanto, será más fácil cambiarla si lo deseas?
  • Pregúntate el porqué de los demás, de su conducta y de su emoción. Para ello, debes desarrollar tu empatía y la capacidad de manejar tus relaciones con los demás. Ante las conductas de los demás, pregúntate porqué han reaccionado así. Qué emoción reside tras su conducta. Por ejemplo, detrás de un agravio puede haber miedo y mediante este insulto la otra persona intentar defenderse.

Continuamente nos relacionamos con nuestros compañeros de trabajo, experimentando emociones de todo tipo y, por ello, es importante tomar conciencia de estas emociones, alejándonos de situaciones que generen ansiedad y malestar, con el objetivo de  conseguir un bienestar emocional en nuestros puestos de trabajo.