Consejos para mantener unos niveles de colesterol adecuados

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A pesar de que el colesterol suele ser considerado como algo perjudicial para nuestra salud, lo cierto es que se trata de un lípido necesario para el correcto funcionamiento del organismo ya que es el responsable, entre otros, de producir algunas hormonas o de ayudar a generar la vitamina D y la bilis. Sin embargo, si se produce en exceso, puede acabar depositándose en las paredes de las arterias y favoreciendo enfermedades como la arteriosclerosis.

Colesterol ‘bueno’ y colesterol ‘malo’: ¿en qué radica la diferencia?

En nuestro organismo existen dos tipos de colesterol: el denominado colesterol “bueno” o HDL, que ayuda a limpiar las arterias, y el colesterol “malo” o LDL, que puede obstruirlas y desencadenar enfermedades cardiovasculares.

El colesterol, unido a las lipoproteínas de alta densidad o colesterol HDL, constituye un factor de protección. Es decir: cuanto más elevado sea el nivel de HDL, menor será la probabilidad de sufrir un episodio cardiovascular tal como un ataque cardíaco o cerebral. En cambio, el colesterol que circula unido a las lipoproteínas de baja densidad o colesterol LDL (low density lipoprotein) es uno de los factores de riesgo más importantes para nuestra salud.

Uno/a de cada dos españoles/as mayores de 18 años (14,5 millones de personas) tiene el colesterol perjudicial (LDL) elevado. A medida que aumenta el nivel de colesterol en sangre, aumenta el riesgo de cardiopatía coronaria. El nivel de colesterol de una persona depende de la edad, el sexo, la herencia y la alimentación. El nivel de colesterol al nacer es muy bajo, entre los 70 y 80 mg/dl, y va aumentando con la edad, sobre todo a partir de la pubertad, hasta situarse a los 40 años alrededor de los 210-220 mg/dl, dependiendo del entorno cultural.

Cómo prevenir niveles de colesterol elevados
  • Cuidar la alimentación: comer legumbres, pescado azul, cereales integrales, hortalizas, frutos secos y semillas. Reducir el consumo de embutidos, carnes rojas, bollería, repostería, helados, aperitivos salados, postres lácteos, quesos y salsas.

  • Controlar el peso con regularidad.

  • Realizar ejercicio: es recomendable hacer una actividad física placentera, ya que si la que escogemos no nos gusta, rápidamente la abandonaremos.

  • Realizar entre 30 y 60 minutos diarios de ejercicios aeróbicos para reducir el riesgo de sufrir un infarto.

  • Caminar a buen ritmo una hora todos los días para favorecer el control del peso.

  • Modificar costumbres para mantener el corazón sano, como ir al trabajo en bicicleta, caminar más, no coger el ascensor, realizar las pequeñas compras sin utilizar el coche, fomentar el contacto con la naturaleza…

  • Seguir los consejos del médico: cada persona es diferente y por lo tanto el colesterol elevado afecta de una manera u otra dependiendo de las características fisiológicas de cada uno. Se necesitará un tratamiento personalizado en cada caso y nuestro médico de confianza será el más indicado para realizarlo.

  • Dejar de fumar: el tabaco no sólo es un hábito que aumenta el riesgo de sufrir problemas cardiovasculares. También inyecta toxinas a nuestro organismo que, combinadas con las moléculas de colesterol, hacen que estas últimas cambien y sean más proclives a depositarse en las arterias.

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