El dolor y su tratamiento

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El dolor es el motivo de consulta que con más frecuencia reciben los profesionales de la medicina. En España, supone casi el 50 % de las consultas en Atención Primaria. Inherente a la propia vida, el dolor acompaña a la humanidad a lo largo de toda su existencia. Es una alarma imprescindible para evitar el daño corporal pero puede convertirse en un verdadero suplicio para quien lo sufre. El dolor no es solo una mala experiencia somática, sino que también lo es emocional.

Académicamente, la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor fundada en 1974 (IASP por sus siglas en inglés), define al dolor como “una experiencia sensitiva y emocional desagradable, asociada a una lesión tisular real o potencial”. Es importante señalar los dos aspectos mencionados en que se manifiesta el dolor: el sensorial y el emocional.

Tipología del dolor

NOCICEPTIVO

Percepción consciente del dolor que transcurre por las vías nerviosas hasta el Sistema Nervioso Central (cerebro y medula espinal). La transmisión dolorosa puede sentirse de diferentes maneras según el tipo de fibras que conduzcan el estímulo doloroso. La velocidad de transmisión, por ejemplo, es distinta si el origen es visceral, provocando un dolor más opaco, difuso y muy molesto conducido por fibras nerviosas amielínicas de conducción lenta denominadas C. Por el contrario, existen fibras nerviosas mielínicas de conducción rápida denominadas , que determinan una sensación dolorosa de forma instantánea provocando el reflejo de huida ayudando al organismo a evitar una lesión de mayor envergadura (pinchazos, quemaduras, etc.). En el dolor nociceptivo la respuesta y la agresión se corresponden.

NEUROPÁTICO

Tiene su origen en el propio sistema nervioso confundiendo estímulos normales como dolorosos, por lo que se pierde la función de alerta y defensa. Es descrito a menudo como una sensación ardiente, eléctrica asociado a cambios en la sensibilidad en forma hiperalgesia y/o parestesias. Si se mantiene el dolor durante largo tiempo puede provocar alteraciones emocionales como ansiedad, depresión y alteraciones del sueño. Unos ejemplos de este tipo de dolor pueden ser los ocasionados por la fibromialgia, la neuropatía diabética, la neuropatía postherpética, entre otros. Es un dolor muy incapacitante con gran prevalencia de cronicidad, afectando de forma severa a la calidad de vida de las personas que lo sufren, provocando además deterioro familiar, social y laboral. En el dolor neuropático la respuesta y agresión no se corresponden, constituyen en si mismo una enfermedad del sistema nervioso resultado de una lesión en el sistema somatosensitivo.

El dolor puede ser agudo o crónico:

AGUDO

Se inicia a consecuencia de un daño tisular conocido, desaparece con la curación, y el dolor es proporcional al daño ocasionado. El dolor agudo constituye pues un reflejo protector y responde bien al tratamiento dirigido al daño producido.

CRÓNICO

Implica una duración de más de tres o seis meses, y se extiende más allá del periodo de curación. Puede ser de intensidad variable, pudiendo ser nociceptivo, neuropático o ambos. El origen puede ser agudo con una evolución tórpida hacia la cronicidad, pudiendo ser destructivo física, psicológica y socialmente. Factores ambientales y emocionales pueden ser partícipes en la evolución hacia la cronicidad. El dolor crónico es complejo y difícil de controlar y tratar, sobre todo el de origen neuropático.

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«El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opciónal» Gautama

Aunque controlar el dolor nunca ha sido tarea fácil, actualmente disponemos de fármacos y técnicas para el manejo adecuado de las situaciones dolorosas.

La terapia farmacológica se basa en la aplicación de drogas para paliar la sintomatología. A día de hoy, son numerosos los fármacos existentes para el control del dolor, aunque hay nuevas líneas de investigación, sobre todo para el dolor neuropático, que es el más difícil de tratar.   

Las técnicas desarrolladas en medicina física y electromedicina mediante la aplicación de corrientes, como las ondas sónicas, son un buen complemento para paliar el dolor.

Soporte psicológico, atenuante del dolor

El soporte psicológico y la psique como calmante del dolor son de gran importancia. Sabemos que hay zonas corticales del cerebro y del tallo cerebral que están involucradas en el control del dolor. Ahondar en la psique del dolor puede revelar nuevas maneras de soporte a las personas que lo padecen. Hay que controlar los factores anímicos como el estrés y la depresión que pueden fomentar el incremento del dolor. Mejorar el sueño puede mejorar de forma significativa su control.

En 1961, en el Hospital General de Tacoma en el estado de Washington, en Estados Unidos, el Profesor Bonica, creó la primera Unidad del Dolor. Fue modelo y pionero en este tipo de unidades, que hoy ya se encuentran en la mayoría de centros hospitalarios, considerando la importancia del trabajo en equipo para el control del dolor. Más que un síntoma, el dolor se considera en sí mismo una enfermedad, empleando todos los recursos multidisciplinares para su control. En España, actualmente, hay 70 unidades censadas de Tratamiento del Dolor.

Voltaire (1694-1778) dijo: “Los médicos usan drogas de las cuáles poco conocen, en pacientes que conocen menos, para patologías que no saben nada…” Pues bien, esto quizá era cierto hace unos decenios pero la ciencia y la constante investigación nos han dado conocimientos de las patologías donde podemos aplicar los tratamientos  adecuados para su  manejo.

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Doctor Joan Francesc Hernández Terradas

Coordinador Médico de Grandes Cuentas
Dirección de Gestión de Mutualista