Ictus: cómo prevenir y detectar la enfermedad

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La segunda causa de muerte en España

 

El ictus, también conocido con los nombres de accidente vascular cerebral, ataque cerebrovascular, infarto cerebral, embolia y trombosis, entre otros, ya fue descrito y diagnosticado hace más de 2.400 años por Hipócrates de Cos (460-370 a.C) y lo denominó apoplejía. Siglos más tarde, Galeno de Pérgamo (129-201), amplía y describe los síntomas y signos, relacionándolos con una enfermedad de origen vascular “la rete mirabile”.

El ictus es la segunda causa de muerte en España y la primera en la mujer. Es más frecuente a partir de los 55 años, aumentando proporcionalmente con la edad, aunque puede darse en cualquier etapa de la vida. Cada año se producen aproximadamente 120.000 nuevos casos. Es la primera causa de invalidez o discapacidad de origen neurológico en el adulto y la segunda causa de demencia entre los pacientes que la padecen. En España, supone  aproximadamente el 3-6% del gasto sanitario y el 70% de los ingresos en unidades neurológicas. Se trata, por lo tanto, de un problema sanitario de primera orden, donde hay una serie de factores de riesgo modificables, por lo que la implementación de la prevención resulta absolutamente necesaria.

Causas: isquémica y hemorrágica

 

El ictus es una enfermedad de origen vascular que se ocasiona al interrumpir de forma brusca el aporte de sangre a una zona del cerebro. La causa puede ser isquémica o hemorrágica.

  • La causa isquémica sucede cuando hay un bloqueo del suministro de sangre al cerebro. Representa el 85% de los ictus. El origen puede ser principalmente embólico o trombótico. También puede ser producido por estenosis o estrechamientos de las arterias (arteriosclerosis)
  • La causa hemorrágica (cerebral o subaracnoidea) se produce por la rotura de una arteria en el cerebro o en el espacio subaracnoideo. Representa el 15% de los ictus. El origen puede ser por rotura de aneurisma, malformaciones arteriovenosas, traumáticas, etc.

 

Prevenir y detectar a tiempo, claves para frenar el ictus

 

El ictus se desarrolla de manera muy rápida. Hipócrates ya lo definió como “un golpe súbito”.  El hecho de privar de oxígeno al cerebro causa lesiones en pocos minutos que se van incrementado con el paso del tiempo. Esta es la razón por lo que es preciso un rápido diagnóstico y una atención hospitalaria en un centro de referencia neurológico (preferiblemente con unidad de ictus) en el menor tiempo posible. El ictus es una urgencia neurológica ya que es muy corto el periodo durante el que los tratamientos aplicados pueden tener eficacia.

Es muy importante saber reconocer los signos de sospecha del ictus que los podemos acotar en tres puntos, utilizando la escala de valoración neurológica de Cincinnati. A menudo la persona afectada no puede solicitar ayuda, por lo que es importante conocer estos signos y alertar  de forma inmediata a los servicios de urgencia.

1 |  Valorar la simetría facial. Hacer que la persona sonría comprobando si hay asimetría en las comisuras labiales o un lado de la cara se cae.

2 | Hacer levantar los dos brazos y verificar que uno de ellos se caiga o no se mueva.

3 | Hacer hablar a la persona: “diga su nombre”. La persona afectada tendrá grandes dificultades para hacerlo, o lo hará de forma incomprensible o sinsentido.

Actúa y activa el «Código Ictus»

 

Ante esta situación el tratamiento es urgente y hay que solicitar ayuda inmediata al 112 para activar el “código ictus” ya que la instauración del tratamiento es mucho más eficaz en las tres primeras  horas. En caso contrario, hay muchas más posibilidades de presentar secuelas o incluso la muerte. El daño cerebral vendrá determinado por el tiempo transcurrido y la zona que haya sido afectada. Es una enfermedad tiempo-dependiente. En estas circunstancias, sin duda, “el tiempo es vida”, “el tiempo es cerebro”.

El 90% de los ictus se pueden evitar con un estilo de vida saludable

 

Hay unos factores de riesgo claramente identificados donde se puede actuar de forma muy eficaz y, de esta forma, evitar casi el 90% de los ictus, según la Sociedad Española de Neurología.

Existen una serie de factores modificables y otros que no son modificables. Es evidente que en los “no modificables” no se puede realizar ninguna actuación (edad, sexo, raza negra, donde hay mayor incidencia, antecedentes familiares, haber sufrido previamente un ictus o un accidente isquémico transitorio). Donde sí podemos actuar es en los “modificables”, y aquí las labores de prevención son indispensables ya que, actuando sobre ellos, se pueden llegar a disminuir de forma muy significativa.

  • La hipertensión arterial. Es el “factor de riesgo modificable más importante”. Es fundamental un control de la tensión arterial y mantener cifras por debajo de 140 mm de tensión sistólica y 90 mm de tensión diastólica.
  • La diabetes mellitus. El buen control de las cifras de glucemia comporta menos probabilidades de padecer un ictus isquémico de forma significativa, ya que los pacientes diabéticos tiene más riesgo de sufrirlo. Existe también mayor vulnerabilidad cardiovascular en las mujeres con diabetes que han sufrido un ictus con aumento de recurrencias y evolución a la demencia.
  • El aumento del colesterol y triglicéridos en sangre. Es importante mantener niveles de lípidos dentro del rango de la normalidad para evitar producir lesiones en el sistema vascular.
  • La fibrilación auricular. Es esencial un buen control y tratamiento de este trastorno del ritmo cardíaco ya que, su mal control, puede   formar trombos que lleguen al cerebro, aumentando hasta en cinco veces el riesgo de ictus.
  • El tabaquismo. Los fumadores tiene hasta el doble de riesgo de padecer ictus que los no fumadores.
  • La obesidad. Es una circunstancia que suele asociarse a hipertensión arterial, hipercolesterolemia y diabetes. Hay que mantener un IMC (índice de masa corporal) por debajo de 25.
  • El consumo excesivo de alcohol y otras drogas. La ingesta de más de 40 gr de alcohol al día se asocia con un aumento de ictus. La cocaína, las anfetaminas, el crac y otras drogas actúan sobre factores de riesgo como la hipertensión arterial, arritmias cardíacas, vasoconstricción arterial.
  • Hay que evitar el sedentarismo y fomentar la actividad física y un buen hábito del sueño.
  • Fomentar un hábito de alimentación saludable rico en frutas, verduras, legumbres, pescado, pobre en sal y evitando una dieta rica en grasas saturadas.
  • Disminuir los niveles de estrés.
  • Hay que seguir el tratamiento prescrito y las indicaciones del médico, haciendo controles regulares de los diversos factores de riesgo (hipertensión, diabetes, dislipemia, etc.)

 

Reincorporación laboral tras sufrir un daño cerebral: secuelas y limitaciones

 

La reincorporación a la sociedad y el deseo de volver a la actividad previa plantea el problema de si la persona que ha padecido un ictus puede o no volver a su actividad laboral.

Después de un ictus y, tras la fase hospitalaria del tratamiento y la posterior rehabilitación post hospitalaria, se plantea el dilema de las posibles secuelas que pueden haberse producido.  La American Heart Association – Stroke Outcome Classification, describe los déficits neurológicos inducidos por el ictus en: motores, sensitivos, visuales, de lenguaje y comunicación, cognitiva o intelectual y emocional. Estas secuelas están directamente relacionadas con la gravedad inicial del accidente vascular.

La reincorporación laboral, si es posible, dependerá de las secuelas producidas. En ocasiones, mínimas secuelas, presentan gran incapacidad para un determinado tipo de trabajo; y, en otras ocasiones, más limitaciones, no suponen un obstáculo para desempeñar cierto tipo de actividades.

La reincorporación a un puesto de trabajo conocido, el entorno laboral, los compañeros, el apoyo familiar puede ser de ayuda, aunque en ocasiones se requieran ajustes para adaptarse a las nuevas necesidades con habilitación temporal de actividades y trabajos menos pesados.

En todo caso, el ictus, es la principal causa de discapacidad grave en los adultos y se tendrá en cuenta el marco legal para hacer compatible, si ello fuera posible, la compatibilización de la actividad laboral y los recursos legales de protección, pensiones, etc., sin que ello se convierta en un elemento inhibidor.

 

DRJoanFrancesc

Doctor Joan Francesc Hernández Terradas

Coordinador Médico de Grandes Cuentas
Dirección de Gestión de Mutualista

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