Trastornos intestinales del viajero. Causas, prevención y tratamiento

La movilidad en periodo vacacional implica en muchas ocasiones desplazamientos a lugares geográficos de alto riesgo, donde las condiciones sanitarias no son las deseables. Este hecho puede ocasionar trastornos intestinales, principalmente lo que conocemos como Diarrea del Viajero.

Afecta entre un 20-50% de viajeros con destinos a países con condiciones sanitarias deficientes, variando según las condiciones y duración del viaje. Aproximadamente más de 10 millones de personas al año, según la OMS, tienen problemas de esta índole.

La diarrea puede aparecer después de comer alimentos o beber agua contaminados. Los síntomas se inician de forma abrupta durante el viaje, o incluso al volver. Es un proceso en principio banal, autolimitado, y es excepcional que produzca mortalidad, pero que puede desbaratar unas vacaciones, ya que puede incapacitar por un periodo aproximado de 24-72 horas. En otras ocasiones puede incluso provocar deshidratación importante que puede comportar complicaciones más graves.

Se caracteriza por un inicio brusco con más de tres deposiciones blandas-liquidas al día, con tenesmo o urgencia por defecar, dolor abdominal, y en ocasiones náuseas y vómitos. Con menos frecuencia, también se puede presentar fiebre y heces con sangre.

La principal causa de la diarrea del viajero es la contaminación del agua y comida por bacterias en un 80% (E.coli, Shigella, Salmonella, Vibrio cholerae, Campylobacter jejuni), por virus entre un 5-10% (rotavirus, Hepatitis A, entre otros) y aproximadamente un 10 % por parásitos (Giardia lamblia, Cryptosporidium parvum, Ascaris, Entamoeba histolytica y Cyclospora).

Puede haber comportamientos o formas diferentes de debut según el origen etiológico. No es inhabitual un inicio tardío en personas infectadas por parásitos, ya que la enfermedad puede presentarse incluso días o semanas después de haber finalizado el viaje en zonas tropicales y subtropicales del sur y centro de Asia. Hay que pedir consejo médico ya que su tratamiento puede diferir del convencional y ser más específico.

Ante esta situación, lo más importante es la prevención, evitando el consumo de agua corriente, incluyendo el hielo. Hay que evitar las comidas poco preparadas como ensaladas, fruta sin pelar, helados poco fiables, etc. incluso las de restaurantes y hoteles de alta categoría. Los espacios con aguas recreativas contaminadas, piscinas, duchas, saunas, etc. también pueden ser factores de riesgo a considerar.

Es recomendable beber agua embotellada correctamente precintada. También son seguras las bebidas carbonatadas embotelladas y hay que evitar el hielo en ellas. Las bebidas alcohólicas, cerveza, vino, y otras, son en principio seguras pero contribuyen a la deshidratación en climas cálidos, por lo que se recomienda un consumo moderado. La higiene de manos es importante al manipular y consumir alimentos. La higiene bucal es recomendable hacerla con agua embotellada.

Es importante señalar que hay un tipo de población más susceptible como es la edad avanzada, los lactantes, niños pequeños, embarazadas y personas inmunodeprimidas, por lo que son factores a tener en cuenta al considerar una prevención adecuada.

Si pese a todos los consejos no nos libramos, que podemos hacer?

No es inhabitual, que incluso tomando todas la precauciones posibles y prevenciones recomendadas, se presente un proceso diarreico, ya que las fuentes de infección a veces son del todo incontrolables y sobre todo invisibles.

Lo primero y más importante es prevenir la deshidratación con un aumento de la ingesta hídrica con agua de calidad, incluyendo soluciones de rehidratación oral si es preciso, ya sean comerciales o elaboradas. En caso de no disponer de soluciones de rehidratación comerciales, podemos elaborarla según consejos de la OMS con seis cucharaditas de azúcar con una cucharadita al ras de sal en un litro de agua potable. Hay que evitar bebidas que inducen la diuresis, como café, tés medicinales y alcohol. Hay que continuar tomando alimento de fácil digestión. Intentar estar en lugares confortables y evitar insolaciones en lo posible.

Se pueden usar antidiarreicos tipo Loperamida o Racecadotrilo, siempre que no haya diarrea con productos patológicos (sangre y moco) o presencia de fiebre. En estos casos conviene establecer un diagnóstico etiológico por parte de un facultativo para iniciar un tratamiento adecuado.

En caso de población de riesgo como inmunodeprimidos o en lugares donde no se pueda acceder a atención médica, es recomendable llevar en el botiquín algún antibiótico como Ciprofloxacino o Azitromicina (Este último fundamentalmente en zonas del Sudeste Asiático). Aunque estas prescripciones tendrán que ser bajo criterio, consejo e indicación médica antes del viaje, y solo se deberían utilizar ante la presencia de diarrea con sangre o acompañada de fiebre.

El conocimiento de los métodos de prevención es fundamental e imprescindible antes de iniciar un viaje a zonas de alto riesgo, aunque nada es infalible y siempre seremos susceptibles de caer en la “Venganza de Moctezuma”, la “Maldición del Faraón” o el “Estomago de Delhi”, términos coloquiales que ha adquirido la diarrea del viajero. Hay que tener información, saber qué hacer y cómo actuar ante estos imprevistos que pueden arruinar un viaje.