Empieza a vivir con armonía
Conseguir una vida ordenada significa,
ineludiblemente, comprender nuestra mente,
sus pensamientos y las emociones ligadas a éstos.
Indagando en el foro interno del ser humano, se encuentra, entre otros, el deseo de una vida armoniosa, en la cual fluctúen al unísono pensamientos, emociones y acciones. Si esto sucede, entonces, será posible vivir de forma ordenada.
Cada uno de nosotros tiene su modus vivendi, en cual tiene cabida todo tipo de orden y de desorden según se mire. En el espectro del orden, se encuentran en un extremo, personas con necesidad de tener todo organizado y clasificado, siendo etiquetados por el resto, como perfeccionistas o incluso obsesivos y, en el otro lado, aquellas despreocupadas o incapaces de organizar su alrededor, catalogadas, en ocasiones, como personas perezosas o apáticas.
Salvo en situaciones concretas, el ser o no ordenado no está relacionado con un tipo de personalidad, sino con un hábito adquirido, un comportamiento aprendido en el tiempo, bajo el cual subyace el funcionamiento de nuestra mente. Conseguir una vida ordenada, es sinónimo de comprender nuestra mente, sus pensamientos y las emociones ligadas a éstos.
El modo en cómo esté organizado el tiempo y ordenado el entorno físico inmediato del individuo (casa, habitación, puesto de trabajo, etc.) pone, aun sin saberlo, en cierto modo, al descubierto su nivel de calidad de vida psicológica. Organizar horarios y ordenar nuestro alrededor ayuda a reducir la ansiedad y el estrés, estructurar la mente, favorece la capacidad de concentración y la memoria y da espacio a poder llevar a cabo actividades que aumentan nuestra satisfacción personal.
Sin embargo, en ocasiones las personas no son capaces de “ordenarse”, debido a cierta confusión mental que no permite tomar decisiones. Pongamos un ejemplo de nivel “terrenal” ¿en alguna ocasión has sido incapaz de tirar objetos que no usas? o ¿no eres capaz de organizar tu tiempo? Sabrás por experiencia que, ante ello, no basta con decirse “voy a organizarme”, sino que debe tomarse el control de nuestra mente. Esta acción tiene que ser conscientemente voluntaria y necesaria para identificar los pensamientos erróneos y las causas que los provocan, así como las emociones que generan.
¿Cómo? Conociéndose a uno mismo.
Muchas personas creen conocerse, aun así, al preguntarles el motivo por el cual han actuado de un modo concreto, son incapaces de saber el por qué o incluso dar alguna respuesta y, eso podría ser un indicio de falta de “autoconocimiento”.
Es vital, por importante y por ser propio de la vida, realizar un viaje hacia el interior de uno mismo, reflexionando y poniendo a prueba aquello que creemos saber, escuchando pensamientos y emociones. Para ello, es necesario regalarse un espacio y un tiempo. Y, hacerlo sin prisas y con paciencia, pues es un momento en el cual hay que tomar conciencia e identificar como mínimo:
- Cómo te defines y cómo te tratas a ti mismo y a los demás: analiza qué palabras utilizas habitualmente y cómo te hacen sentir estas definiciones.
- Creencias e ideas adoptadas que tienes en cuenta en la toma decisiones diarias o al valorar situaciones.
- Es necesario que conozcas y trates -que no reprimir, – los pensamientos distractores que invaden la mente, ya que, además de impedir concentrarte, ocupan tiempo de otros pensamientos.
Asumir el camino de la reflexión para entender cómo pensamos, es la herramienta clave para conseguir una mente ordenada y, por ende, conseguir poner orden en nuestra vida.

A estas alturas, ¿crees que es posible que tu vida sea armoniosamente ordenada
sin que lo esté tu mente?
Contacta con nosotros a través de gestpreven@egarsat.es si quieres solicitar asesoramiento individualizado en esta materia.